Dra. Ana Teodora Téllez Flores
Docente jubilada de FAREM-Estelí, UNAN-Managua

Hablar de la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA) me llena de satisfacción, pues es una de las experiencias de mi vida, que considero muy especial. Este hecho histórico de 1980 fue un gran desafío, para quienes participamos en contribuir a la reducción del analfabetismo. Según datos oficiales del MINED (2019), este proyecto estratégico de la Revolución Popular Sandinista (RPS) logró que el índice de analfabetismo redujera de un 50,35% a un 12,96%. La UNESCO (2007) plantea que en la CNA participaron 60.000 jóvenes, para llevar la luz del saber a más de la mitad de la población pobre y analfabeta de Nicaragua.

Para esa entonces, yo cursaba quinto año de secundaria y fue cuando la Juventud Sandinista 19 de julio, organización juvenil que nació con el triunfo de la RPS, planteó el reto de levantar un censo en la zona rural del país. Todo con la finalidad de conocer estadísticamente el índice de analfabetismo. Posteriormente a esta tarea inició el proceso de alfabetizar a nuestros hermanos campesinos, a quienes durante siglos de explotación se les había negado de forma sistemática el derecho a leer y escribir.

Fue así que, el 24 de marzo de 1980 partimos los brigadistas del Ejército Popular de Alfabetización (EPA) a lo largo y ancho del territorio nacional, para cumplir con la noble misión de alfabetizar a la población del sector rural. De mi familia nos integramos cinco hermanos; recuerdo ese grandioso día cuando mi madre fue a despedirnos, temerosa por los riesgos que teníamos que enfrentar, pues en las zonas rurales había gente armada que fraguaba la lucha contra la RPS. Vestidos de pantalón de lona azul y cotona gris con la insignia de la CNA, cargábamos nuestras mochilas repletas de cartillas (“El amanecer del pueblo”), lápices y sobre todo de amor; nuestras únicas armas de lucha en el combate contra el analfabetismo.

Aún recuerdo el panorama de la despedida que nos hicieron los familiares, aquello fue apoteósico. Bien las lágrimas, el llanto, los suspiros y los consejos de nuestros padres se confundían con las consignas, el ruido de los camiones que anunciaban nuestra partida y las notas del himno del brigadista: “Avancemos, brigadistas, guerrilleros de la Alfabetización, tu machete es la cartilla para liquidar de un tajo la ignorancia y el error…” Los camiones emprendieron al fin su marcha y nos alejamos del pueblo con fervor y alegría. Íbamos diciendo adiós, con el hondear de manos, a la vez que coreábamos consignas (¡Puño en alto!, ¡libro abierto!) y cantábamos nuestro himno.

Nos distribuyeron en distintos lugares y se me asignó la responsabilidad de jefa de escuadra, la que estaba integrada por 23 compañeras. Fuimos ubicadas primeramente en la Hacienda Guanacastillo, municipio de Tonalá, Chinandega, donde estuvimos 15 días en proceso de familiarización con nuestros hermanos campesinos. Posteriormente, las familias nos aceptaron en sus hogares en pareja y trío. ¡Cuántas cosas compartimos!  el trabajo en la tierra, los quehaceres domésticos, las costumbres, las creencias, entre otras. Además, aprendimos a valorar su trabajo; fue un despertar de nuestras conciencias, pues la escuela de corte capitalista enfatizaba en las diferencias sociales.

Uno de los momentos más significativos de esta estancia de cinco meses con nuestros hermanos campesinos fue la celebración del día de la madre, en la que fueron tomados en cuenta por primera vez en la historia. Improvisamos una tarima utilizando el tráiler de un tractor. La adornamos con flores de vistosos colores, palmeras y hasta hojas de plátano. Ese día dimos rienda suelta a nuestra imaginación, despertando entre nosotras artistas improvisadas: bailarinas, cantantes, comediantes y otras. Hice uso de la palabra para agradecer y felicitar a las madres campesinas, quienes fueron nuestras segundas madres por entregarnos su amor, cariño y comprensión.

Esta página de la historia concluyó el 24 de agosto de 1980. Así, hicimos realidad las ideas del comandante guerrillero Carlos Fonseca Amador, padre de la RPS, quien dijo al referirse a la población campesina que había sido oprimida por la dictadura somocista Y también, enséñenles a leer” y la historia le cumplió diciéndole: Carlos, “hoy el amanecer dejó de ser una tentación”. Esta hazaña fue reconocida a nivel internacional por la UNESCO, quien otorgó a Nicaragua dos medallas como parte del premio Nadezhda Krúpskaya.

Sin duda alguna, esta epopeya educativa y cultural trajo consigo un proceso educativo de doble vía, que no solo se reflejó en los contenidos de la cartilla, sino también en los múltiples aprendizajes adquiridos. Todo esto conllevó a la formación de verdaderos valores sociales, que dejaron en forma indeleble hermosas huellas en nuestros corazones, las cuales ni el paso del tiempo podrá borrar y que hoy forman parte de nuestro libro de la vida.

En fin, es relevante el beneficio que trajo consigo en nuestro país la Cruzada Nacional de Alfabetización, en el aspecto político, pedagógico y humanista. La gran CNA significó para mí una experiencia invaluable, ya que influyó profundamente en mi vida. Realmente, fue una verdadera escuela donde puse en marcha mi creatividad, para poder compartir con nuestros hermanos campesinos el pan del saber. De esta maravillosa experiencia emerge mi vocación por la docencia, digna profesión que ejercí durante 35 años y que atesoro en mi corazón.

BIBLIOGRAFÍA

MINED (2019). Cruzada Nacional de Alfabetización. obtenido de: https://www.mined.gob.ni/cruzada-nacional-de-alfabetizacion/

UNESCO (2007). Memoria del Mundo. La Cruzada Nacional de Alfabetización. Obtenido de: http://www.unesco.org/new/es/communication-and-information/flagship-project-activities/memory-of-the-world/register/full-list-of-registered-heritage/registered-heritage-page-6/national-literacy-crusade/